viernes, 29 de enero de 2016

TIENTA EN PEDRAZA DE YELTES. EL PALCO EXPECTANTE (I)

Elegir siempre implica también renunciar a algo. Una tienta obliga a ese ejercicio de equilibrio entre la búsqueda de un sueño y los matices de la realidad. Debe ser difícil tener la mente clara para mandar una vaca al matadero o ligarla a un semental, esperando el juego de su descendencia. Decisiones que marcan un devenir que sólo puedes atisbar tres o cuatro años después cuando se tiente a la vaca producto de esa unión o se toree al novillo. Un cierto vértigo que el espectador ocasional, el aficionado invitado, alcanza a sentir, con el alivio de no tener que decidir.

Vaca de tienta de Pedraza de Yeltes

Esa tensión se nota en la tienta, aun cuando sea distendida como en Pedraza de Yeltes el pasado 19 de enero. Habitualmente el ganadero está sólo, aislado, rodeado de sus íntimos, mientras que los invitados se colocan en el palco o los tendidos de la pequeña plaza, en silencio respetuoso y, en algún caso expectante. En Pedraza el palco es el lugar común que se comparte entre invitados, profesionales y propietarios, en el que la cercanía no excluye el respeto.

La plaza de tientas restaurada sobre la realizada por
María Antonia Fonseca 

Los toreros y sus apoderados están solos en el ruedo, guarecidos en los altos burladeros con troneras que les mantienen separados de la vista de las vacas. Joaquín Galdós, el novillero peruano que volverá a torear este año la de Pedraza en Garlin está con su apoderado Ángel Gómez Escorial, probablemente el matador que más ha aguantado en la salida de chiqueros de Las Ventas a un toro, 

El novillero peruano Joaquín Galdós

El maduro y capaz Fernando Robleño, asistió acompañado de su apoderado Carlos Zúñiga, su peón de confianza e incluso un picador, a pesar de que las labores de picador en la tienta las realiza el mayoral Miguel Angel Sánchez “Curro”, lo que parecería indicar que se anunciará en una próxima corrida de la casa, ya que no en Arles, tal vez en Madrid. Como “tapia” estaba el novillero David Salvador de la Escuela Taurina de Salamanca realizando su aprendizaje.

El matador Fernando Robleño

Pero una tienta es una fiesta en la que se trabaja o un trabajo en el que se festeja. El rigor, la seriedad de ganaderos y toreros establece un espacio de coworking en el que se cruzan, nos cruzamos, toreros, ganaderos, empresarios, aficionados, cada uno con su propio interés.

En el palco. Sentados los José Ignacios. 
De izquierda a derecha, Sánchez, Uranga y Rodríguez de Iruelo
De pie Luis Uranga y el picador Víctor García " El legionario"

José Ignacio Uranga, el propietario que se encarga de la selección, y el ganadero Rodríguez de Iruelo, quien parece gozar de su confianza, no se perdían detalle de la lidia de las vacas que dirigía el representante de la ganadería, el matador José Ignacio Sánchez, quien tan buenos recuerdos nos dejó a los aficionados de Madrid con su toreo de mano izquierda.

El matador Fernando Robleño manda a la vaca a la vista del palco


Detrás los asistentes formábamos grupos silenciosos durante la tienta y más expansivos en los entreactos en los que se comentaba el juego de las vacas. El joven novillero Alejandro Marcos y el matador Juan José, su actual apoderado, estaban junto a unos aficionados franceses cuyo club apadrina un torero novel cada temporada, otra interesante iniciativa de los aficionados franceses. El ganadero del hierro de Carlos Charro, Fernando López. El presidente de la Unión de toreros Juan Diego. Hasta Miguel Criado “El Potra”, padre e hijo se presentaron en una visita de seguimiento de la corrida contratada para San Fermín, formando una abigarrada e interesante mezcolanza de distintos estamentos de la tauromaquia, entre los que el buen hacer y la amabilidad de Luis Uranga, el propietario que lleva las relaciones públicas, facilitaba las relaciones y conversaciones.

De izquierda a derecha: Juan Diego, Joaquín Galdós, 
Luis Uranga, Andrew Moore y Ángel Gómez Escorial 

Fotografías de Andrew Moore

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