domingo, 14 de enero de 2018

MANIZALES / 7ª DE FERIA. Derroche de toreo / por Jorge Arturo Díaz Reyes

Juli, Gutiérrrez y Ponce.Foto: Cafo Ossa


Plaza llena. Todos a hombros. Ponce con cuatro orejas, El Juli solo con dos por pinchar sendas faenas y el ganadero con un indulto y todos los arrastres aplaudidos. En derroche de toreo terminó la feria.
  • En resumen, muy en el tipo y el talante de la ganadería, pero más en el concepto local que es propio y no se parece a ninguno. “El toro de Manizales”. Lo dice claramente la total aprobación de la clientela, el orejerío amputado, que de haber atinado más los estoques hubiese sido total, y, claro, los honores al ganadero.

Derroche de toreo
Manizales, Colombia, I 13 18
La Monumental fue un volcán desde la primera suerte hasta que los protagonistas abandonaron el ruedo en andas. La reedición del mano a mano celebrado hace dos años resultó un acierto rotundo para la empresa. Abarrotaron los tendidos, aficionados y medios de todo el país y fuera de él, para vivir el epílogo feliz de la feria, que ya es casi siempre una certeza.

El clima fresco, pero seco también contribuyó, y otra vez Ponce venció. Tenemos que decirlo así, pues los mano a mano son por definición competitivos. Pero no lo hizo porque cortó más orejas, pues al final eso explica poco, sino por el contraste que la exquisitez fluida de su tauromaquia, marcó frente al toreó poderoso y visceral del más arrimado Juli. Ambas versiones válidas por supuesto para el público. Los coros rugientes de Pooonce y Juli, Juli, en sus respectivos turnos lo manifestaron.

El encierro de Ernesto Gutiérrez, muy cómodo, parejo y colaborador. De comedido peso y apretadas puntas, negro todo, embistió con diversa codicia y clase, pero encima con una repetición y un fondo casi que inagotables. Desde “Canario”, el primero, indultado, hasta “Espumoso”, el sexto, fueron ovacionados. No picados, también es cierto. Bueno, al fin y al cabo fin, esa suerte no goza de simpatías por acá. Como tampoco hoy el tercer par. Blandeó el quinto, pero recibió sabia terapia y se sostuvo. Algunos escapistas buscaron las tablas, pero fueron retenidos por las muletas.

En resumen, muy en el tipo y el talante de la ganadería, pero más en el concepto local que es propio y no se parece a ninguno. “El toro de Manizales”. Lo dice claramente la total aprobación de la clientela, el orejerío amputado, que de haber atinado más los estoques hubiese sido total, y, claro, los honores al ganadero. 

Con material tan propició los dos maestros eximidos de lo épico se entregaron a lo estético, cada uno a su estilo y la música de las faenas excepcionales y de las otras no cesó en toda la tarde.

Enrique Ponce, abrió su libro gordo y eso hubiese sido suficiente quizás, pero además desbocó su inspiración. Tres faenas de consonante y delicada tesitura, en las que la lentitud, la secuencia, el dominio y el inmaculado temple alternaron las suertes fundamentales con improvisaciones y variantes floridas. Verónicas genuflexas, largas cordobesas, poncinas y condesas a pedido de aficionados, naturales de rodillas, remate del último tercio con el capote, simulación de la suerte de recibir despachando al indultado directo a la puerta de toriles... 

Hizo lo imaginable y lo inimaginable con una facilidad pasmosa, convirtiendo de salida la plaza llena en un manicomio. Cortó cuatro orejas y no fueron seis por un lapsus con la espada.


El Juli, quién lo creyera, pareció acusar el peso argumental de su alternante. Se le notó vehemente toda la tarde, ansioso de superar la apuesta y eso terminó afectando el desparpajo proverbial de su toreo y su gran eficacia estoqueadora. No hay otra explicación para haber pinchado dos faenas que pese a no haber tenido la naturalidad de sus mejores creaciones eran de triunfo indiscutible. También tiró de repertorio. Tapatías, en respuesta a un grito salido del tendido alto, lopecinas espectaculares, cartuchos, luquesinas y fulminó al cuarto por arriba ganando sus únicas dos orejas. A los otros no les atinó de una, ni recibiendo ni al volapié. Sin embargo, la plaza se le rindió sin reato, con no menor pasión que a Ponce. Los coros de ¡Torero! ¡Torero! Y los cantos fueron para los dos.

Al final se fueron ambos a hombros, acompañados de Miguel Gutiérrez, el hombre que cría el toro sobre el cual la afición de Manizales ha levantado su credo. 

FICHA DEL FESTEJO
13 de enero 2018. Monumental de Manizales. 7ª de feria. Sol y nubes. Lleno. . Seis toros de Enesto Gutiérrez, en el tipo de la casa, parejos, cómodos de cara, nobles y con mucho fondo. Indultado el 1º “Canario” Nº 107, negro, cuatreño de 498 kilos. Los demás aplaudidos Enel arrastre.

Enrique Ponce, dos orejas simbólicas, dos orejas y vueltta.
El Juli, saludó tras perición de vuelta, dos orejas y palmas.

Incidencias: 

Saludaron Ricardo Santana y Jaime Mejía tras parear al 4º. Al terminar la corrida salieron a hombros Enrique Ponce, El Juli y El ganadero Miguel Gutiérrez.

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